Los biógrafos de Franciszka no saben con certeza si en ese momento ella tenía una visión clara de dónde fundar la nueva congregación. ¿Pensaba comenzar directamente en Roma, o tal vez en Francia, donde muchos polacos vivían en el exilio? Tampoco se sabe con certeza dónde ni durante cuánto tiempo se detuvo Franciszka en su camino a Roma. Sus anotaciones en el Diario Espiritual de noviembre de 1886 indican que fue, entre otros lugares, a Viena. “En 1874, cuando salí del país con mi madre y mi entonces confesor para iniciar esta obra de Dios, nos quedamos unos días en Viena y asistimos allí a la Santa Misa (se trata de la iglesia de Mariahilf). No he estado allí desde entonces y ahora, después de 12 años de haber pasado por tantas cosas, me encuentro de nuevo al pie de este altar. Esta iglesia es muy importante para mí, porque en ella muchos feligreses reciben gracias por intercesión de la Santísima Virgen María”.