Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

La virtud de la cortesía

La virtud de la cortesía en un primer instante nos suena un poco como a cosa de “los palacios ingleses” de otro siglo… Pero no se trata de eso. Para situarnos bien vamos a ver un momento de la vida de Cristo en el cual el Señor alaba justamente la cortesía. En el Evangelio de Lucas (7, 36-50) Jesús entró en la casa de Simón el fariseo para comer. Y Simón le trató bien, pero en esta casa había alguien que trató a Jesús mucho mejor, con mucha más cortesía. Se trata de la mujer pecadora. Jesús volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Jesús alaba los gestos de esta mujer, que manifiestan algo que iba por dentro, su actitud.

¿Cuáles son los sinónimos de la cortesía? La delicadeza, la finura, la señoría… Una cosa son los valores, y otra las virtudes. La virtud es la encarnación del valor. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo que la verdad es importante, pero el ejercicio de la verdad es la sinceridad; el trabajo y trabajar es importante, pero uno verdaderamente aprecia tu trabajo cuando te ve como una persona laboriosa. Está bien educar en los valores, pero no es suficiente. Necesitamos personas que transforman los valores en las virtudes. No vivimos de buenas intenciones, sino de hechos que definen nuestra vida, que definen nuestros valores.

Quiero presentar dos definiciones de la cortesía. La primera es en el nivel más humano, la segunda es más de la fe.  Pero la primera es necesaria para comprender bien la segunda.

La cortesía es la virtud que promueve respecto hacia las personas y nos ayuda a salir de nosotros mismos para atender las necesidades de los demás. Mediante la repetición constante de pequeños actos de buena voluntad el hombre se perfecciona en tratar a los demás como se merecen.

Por lo tanto, la virtud de la cortesía nos abre realmente al prójimo. El respecto y la atención hacia las necesidades de los demás tiene como modelo de proceder la buena educación, los buenos modales. Por lo tanto, el primer escalón de la cortesía son los buenos modales, sobre eso nos apoyamos. La cortesía me perfecciona a mí, esto significa que soy más persona. 

La segunda definición:

La cortesía es a la caridad lo que la liturgia es a la oración: el rito que la expresa, la acción que la encarna, la pedagogía que la suscita. La cortesía es la liturgia de la caridad fraterna.

La caridad tiene su modo de expresarse. La caridad fraterna por el prójimo expresa una reverencia, tanto a su dignidad ontológica, nacida de nuestra imagen y semejanza a Dios, como su dignidad moral y jerárquica. La cortesía es algo más que buenos modales, porque veo en otro la imagen y semejanza de Dios. Entonces, ¿cómo tratamos a las personas a nuestro alrededor? ¿Los ancianos, los débiles, los enfermos, los niños…? ¿Les tratamos con educación o con cortesía? La buena educación se presupone, pero nosotros somos cristianos, entonces, ya vemos en el otro el rostro de Cristo.

¿Cuáles son los ámbitos del desarrollo de la virtud de la cortesía en nuestra vida?

  1. Tratar a los demás: ¿Cómo trato a mis superiores y como trato a las personas para quien soy la autoridad?
  2. El ámbito de la templanza: ¿Cómo comes? ¿Cómo bebes? ¿Comemos y bebemos como los humanos? ¿De qué modo actuamos?
  3. La cortesía al hablar… – se puede hablar de varios modos….
  4. ¿Cómo nos vestimos? ¿Nos tapamos o nos vestimos?
  5. El ámbito de la fortaleza… ¿Por si acaso somos brutos?
  6. La cortesía en el mundo digital…. ¿Qué pasa cuando no tengo al otro delante de mí, en persona?
 

Por último, una cosa muy importante – el verdadero Prójimo es Cristo. Se trata de la piedad, que se expresa en la oración, en la Eucaristía, en el templo, en nuestro propio modo de relacionarnos con Jesús. ¿Vamos a la misa bien vestidos? ¿Por qué? ¿Cómo nos comportamos en el templo? ¿En qué modo puedo vivir la cortesía con Cristo?  ¿Soy un caballero o una dama con Jesucristo? Porque Él siempre nos trata con cortesía y Él es un caballero con nosotros.

Don Luís Oliver

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