Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

El primer anuncio… - mi testimonio de encuentro con el amor del Señor

Buenos días. Soy la hermana Juana de la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret, de la comunidad de Benicassim. Gracias por esta oportunidad de dar testimonio de mi encuentro con Jesús, con su amor.

Nací en Polonia. Descubrí el amor de Jesús en mi vida gradualmente. Es como un mosaico de pequeñas piedras. El primer lugar donde experimenté el amor fue en mi familia, junto a  mis padres y mis abuelos. En manera de cuidarme experimenté un amor sencillo y cotidiano, el amor de los gestos pequeños. Mis padres y mis abuelos me transmitieron la fe. Me bautizaron cuando tenía 10 días. Mi hogar, mi familia, la parroquia, los amigos de la familia, este fue el mundo seguro de mi infancia.

Recuerdo muy bien el período de preparación para la Primera Comunión. Entonces las catequesis tenían lugar en la parroquia. Mi catequista era una anciana laica, la señora Cristina. No recuerdo mucho de lo que nos decía, pero una cosa quedó grabada en mi corazón para siempre. Todos los días, antes de las catequesis, nos llevaba a la iglesia parroquial, a la capilla de adoración perpetua, y allí rezábamos un misterio del rosario. La adoración y el rosario, dos pilares de mi vida.

En el día de mi primera comunión tuve una “pelea” con una amiga que, después de recibir la comunión, dijo que no era nada, solo un trozo de pan. Recuerdo que me enfadé muchisimo. Me volví hacia ella y le dije: ¿cómo puedes decir eso? Este es el Señor Jesús, y no pan cualquiera. Creo que ese fue el primer momento fuerte en el que me sentí tocada por el amor de Jesús. Un detalle más de este primer encuentro es que en el sagrario de mi iglesia parroquial hay una figura de San Juan Evangelista recostado sobre el corazón de Jesús. Esta imagen se quedó grabada en mi corazón para siempre.

Luego vinieron los años de juventud. Tuve la suerte de pertenecer a la comunidad juvenil parroquial del movimiento Oasis. Nuestro moderador, un joven sacerdote nos enseñó a leer y amar la Sagrada Escritura. En mi país entonces eran los años del comunismo mas fuerte y comprar una Biblia era prácticamente imposible. Todavía recuerdo el día en que el sacerdote me regaló una Biblia. Finalmente tenía mi propia Biblia, y la tengo todavía hoy, muy subrayada, con algunas notas y reflexiones, que expresan mi dialogo constante con el Señor.

El deseo de unirme a una orden religiosa iba creciendo en mi corazón. Sentí que Jesús me quería para sí. Es difícil expresarlo con palabras. ¿Se puede estar triste y feliz al mismo tiempo? Si, se puede. La tristeza y las lágrimas fueron el precio por dejar a mi querida familia, y al mismo tiempo mi corazón se llenó de alegría de poder seguir a Jesús. Ingresé a la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret al terminar el Bachillerato en 1985. Al entrar en la Congregación, tomé el nombre religioso de hermana Juana. Quería tener San Juan como mi patrono y maestro del amor de Dios. 

En el día de mis votos perpetuos añadí a mi nombre religioso el misterio (que expresa mi espiritualidad) – desde aquel día soy hermana Juana de Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida. Durante la ceremonia de los votos, el celebrante, en el nombre de Jesús, me puso un anillo de bodas diciendo: “Te caso con Jesucristo, el Hijo del Dios Altísimo”. Recuerdo que mi corazón temblaba: Dios, ¿cómo es posible?

Llevo 38 años en la Congregación. He vivido en varios países, he realizado distintas tareas y apostolados. Soy feliz y tengo mucha paz en mi corazón. Encomiendo mi día a día a Jesús, Él lo sabe todo mejor. Jesús me toca con su amor infinito todos los días de mi vida, en la comunidad eclesial, en los sacramentos, en mi comunidad religiosa, en el apostolado, a través de las personas que Dios me envía. ¡Él es mi Camino, mi Vida, mi Verdad, mi todo! Sé que Jesús me ha enviado para dar testimonio de su Amor, para ayudar a los demás a descubrir ese amor. Y con mis propias fuerzas no sería capaz pero con Él a mi lado es posible, pero solo con Él y para Él.     

¿Cómo contar una historia de amor en un breve testimonio? Quizás se pueda hacer esto sólo con las palabras de Santa Teresa de Ávila: Solo Dios Basta. ¡Gracias!

hna. Juana Zawieja

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