Siguiendo la estrella encontraron al niño
¿Qué les empujó a iniciar este camino? Sin duda el viaje debió de ser largo y difícil, marcado por la fatiga y el sacrificio. Pero no cedieron al desánimo ni a la tentación de dar vuelta atrás. Tenemos que tener en cuenta esto: eran reyes, y como tal tendrían sus costumbres y estarían acostumbrados a comodidades. Y no van simplemente a conocer a este niño, sino que van a adorarle, a venerarle. Al fin y al cabo, nadie les había predicado la Buena Nueva, el anuncio de la venida del Salvador del mundo. Y, sin embargo, descubrieron en sus corazones un deseo que no les abandonó en ningún momento, les hacía seguir adelante. Los Magos partieron porque tenían un inmenso deseo que los indujo a dejarlo todo y a ponerse en camino. Era como si hubieran esperado siempre aquella estrella.
Creo que cada uno de nosotros puede verse reflejado en esta escena. Te invito a reflexionar: ¿Cuál es la historia de tu relación con Dios? ¿Cómo comenzó tu aventura de fe? ¿Cuál fue esa estrella que cambió tu vida, que te sacó de la rutina y te hizo buscar algo más: el sentido de tu vida, la verdad, la esperanza. ¿Quizá fue algún momento de sufrimiento, una enfermedad, una ruptura matrimonial, la soledad? ¿Quizás fue recibir «casualmente» una invitación al retiro de Emaús? ¿O tal vez, en este mundo confuso, con cambios tan drásticos y repentinos, buscas a Alguien, algo en lo que puedas apoyarte y estar seguro de que permanecerá a tu lado? ¿En quién puedes confiar? ¿Quién puede responder satisfactoriamente a los deseos de tu corazón?
Podemos imaginar el asombro de los Magos ante el Niño en pañales. Sólo la fe les permitió reconocer en aquel niño al Rey que buscaban, al Dios hacia el que la estrella los había guiado. El camino exterior, material, de aquellos hombres había terminado. Habían llegado a la meta. Pero a su vez, comienza un nuevo camino para ellos, una peregrinación interior que les cambiará toda su vida. Porque seguramente se habían imaginado de un modo diferente a este Rey recién nacido. De hecho, se habían detenido precisamente en Jerusalén para preguntar al rey local sobre el Rey prometido que había nacido, es decir preguntar por un igual, alguien de tu escala social. Le buscaron en el palacio real…
Sin embargo, el nuevo Rey ante el que se postraron finalmente en adoración era muy diferente de lo que esperaban. Debieron, pues,en ese momento aprender que Dios es distinto de como lo solemos imaginar. Por eso es tan importante descubrir el verdadero rostro de Dios. A veces alguien pregunta: ¿qué rasgos de Jesús te atraen especialmente, son importantes para ti? …¿Qué responderías? Es maravilloso cuando esa respuesta proviene realmente de tu trato personal con Él, de tu experiencia única, y no de algo que hemos leído o escuchado en no sé dónde.
Hoy, como entonces, Jesús en la Hostia consagrada se oculta misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, desvela precisamente así el verdadero rostro de Dios. Está presente, como entonces en Belén. Y nos invita a hacer esa peregrinación interior que llamamos adoración. Así el simple encuentro se convierte en adoración. El secreto de la santidad es la amistad con Cristo y la adhesión fiel a su voluntad, a su Persona.
Los Magos «se marcharon a su tierra», y ciertamente dieron testimonio del encuentro con el Rey de los judíos. Pero volvieron por otro camino porque ya eran diferentes, ya no les interesaba informar a su semejante, Herodes… Y eso significa que ahora ellos tienen que aprender a seguir cambiando, han de aprender el estilo de Dios. En el viaje de retorno, los Magos tuvieron que afrontar seguramente peligros, sacrificios, desorientación, dudas… ¡ya no tenían la estrella para guiarlos! Ahora la luz estaba dentro de ellos. Ahora tenían que custodiarla y alimentarla con el recuerdo constante de Cristo, de su rostro santo, de su amor inefable. Cuidad también vosotros esta luz interior, sed la luz de Jesucristo para los demás, para este mundo en tinieblas.