"Setenta veces siete"
Este sábado, Don David Barrios, nos ofreció la charla de nuestros Encuentros Matrimoniales mensuales. Ésta versaba sobre el perdón en el matrimonio. Don David comenzó leyendo el siguiente pasaje del Evangelio: <<Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” (Mt18, 21-22)>>. Don David, nos señaló que, quizás, la primera respuesta que sugiere este pasaje evangélico es replicarle al Señor diciéndole: <<siete veces puedo, pero setenta veces siete, ¿no has exagerado un poco?>>. Y es que Jesús conoce nuestro corazón. Él sabe que, con nuestra propia fuerza, con nuestro amor no podemos perdonar de ese modo. Por eso, Jesucristo, nos habla sobre el amor de Dios, el amor que perdona siempre. De manera que, Don David manifestó: <<El amor que vivís en vuestros matrimonios, si no participa en el amor de Dios, si no es el amor de verdad, se queda a medias>>.
<<Sin amor no se puede perdonar>>. Lo sabemos, pero también lo sabe el Demonio, que es más inteligente que nosotros. Por eso, cuando nos engaña, dice: <<…mira, tu marido no te quiere>>, <<…no se ha dado cuenta >>, <<…tu mujer no te ha hace caso>>… Todo esto se inició en el Jardín del Edén, con Adán y Eva, como leemos en el Libro del Génesis. Los dos estaban llamados a vivir en comunión, en el amor total. Pero, llega el pecado original y se rompe la unidad, el culpable es el otro. Se separan del amor de Dios y se inician a hablar dos idiomas propios y distintos. Esto pasa en nuestros matrimonios también. Así, el Libro del Génesis dice: <<Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne>>(Gen2,24). Pero ¿qué pasa muchas veces? La mujer y el hombre siguen viviendo <<en su pueblo>>, con las tradiciones y costumbres de sus propias familias. Este apego al propio origen es causa de muchos conflictos en matrimonios. Por eso, es tan importante que los dos que dejan a su madre y a su padre busquen un <<nuevo pueblo>>.
<<Estamos llamados a donarnos, el matrimonio está llamado al amor total, es decir a donarse >>. Muchas veces, en las bodas se lee el texto de la Carta a los Corintios: <<el amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no busca interés…>>. Pero ¿verdaderamente sabemos qué leemos? A propósito de la lectura del himno a la caridad y su elección en las bodas, Don David, nos compartió la experiencia de un matrimonio que celebraba sus bodas de oro. Este matrimonio, al oír el Evangelio del día que era Jesucristo en la Cruz, vieron que la Palabra de este pasaje bíblico, después de 50 años de matrimonio, estaba más aterrizada, estaba más en la verdad. Este matrimonio sabía muy bien, que, sin el amor de Dios, sin el amor total de Jesucristo en la cruz, no se puede amar en el matrimonio. Sin este amor total de Jesucristo el perdón mutuo no se puede dar. <<Estamos llamados a vivir en nuestro matrimonio el amor de Dios, por eso, el matrimonio es un Sacramento. El amor humano que es bueno, que es más natural, tiene que ser introducido en el amor de Dios>>.
San Juan Pablo II hablaba sobre tres etapas en el matrimonio: 1) la etapa purificadora, 2) la etapa iluminadora, 3) la etapa unificadora. El amor de los primeros momentos, cuando todo está bien, sin problemas, y las personas son tan ideales, necesita purificación. La sobredimensión que inevitablemente implica el enamoramiento requiere de purificación, pues, cuando se acaba este enamoramiento inicial, la primera sensación es que, si ya no es todo tan ideal es que se ha acabado el amor, y si se ha acabado el amor no queda otro camino que separarse. Y esto no es necesariamente así. De ahí la importancia de la etapa iluminadora, ya que <<el amor debe darse en la verdad y es aquí donde se encuadra el perdón>>. Nuestra ceguera espiritual, nuestro juicio y prejuicio sobre los demás nos impide ver la verdad, es decir, nuestra ceguera nos impide ver la realidad del otro en el pecado del otro, es decir, nuestra ceguera nos impide ver que mi esposa sufre, que mi esposo sufre, que mi esposa tiene heridas, que mi esposo tiene heridas. No podemos ver y juzgamos y sentenciamos declarando culpable al otro. Necesitamos iluminación y Jesucristo viene a iluminarnos, a abrirnos los ojos.
Don David explica la etapa de iluminación en el matrimonio con el pasaje evangélico de Mateo 18, 23-35, con la parábola sobre el rey y el hombre que tenía que volver a su señor muchísimo dinero y no podía. Movido por la compasión, el rey, perdonó el hombre toda la deuda. Sin embargo, el hombre no quería perdonar a uno de sus compañeros el poco dinero que le debía. ¿Cuál es la clave de este texto evangélico? La respuesta de Don David que nos ofrece es clara y contundente: <<Si tú has experimentado que el Señor en tu pecado te ha amado, que todos tus pecados son perdonados, entonces, tú puedes perdonar a otro>>. <<Si tú eres consciente de tus pecados, puedes perdonar a tu esposa, a tu esposo>>. Recordando, de esta manera, el Salmo 50, 5 <<Siempre tengo presente mis pecados>> es decir, siempre tengo presente que Dios me ha perdonado, siempre tengo presente que Dios ha perdonado mis pecados.
<<Tenemos que mirar primero a nuestros pecados, para poder perdonar a los demás>>. <<Yo soy el pecador>>, entonces, puedo perdonar a mi mujer, a mi marido. El otro, tu marido, tu mujer, te ayuda a ver el pecado que está en ti. Para llevar a cabo este don y tarea, nos puede ayudar la lectura del pequeño libro de D. Jorge M. Bergoglio titulado:“La acusación de sí mismo – El camino de la humidad”. Si bien es cierto que D. Jorge M. Bergoglio habla de esta materia a partir de los monjes, nada impide que podamos aplicar muchos de sus contenidos a nuestros matrimonios.
<<Jesucristo nos ama profundamente en nuestros pecados y esta experiencia nos levanta>>. <<Es la experiencia de la fe>>. <<No es una táctica ni una técnica>>. <<Cómo perdonar no es una magia, sino que es el encuentro con Jesucristo, el espíritu nuevo. Solo experimentando el amor de Dios puedes verdaderamente perdonar>>. En la vida de los matrimonios hay momentos en quela esposa o el esposo piensa que no puede perdonar. Entonces, ¿qué hacer?, esperar. Esperar hasta que se te de la gracia en un momento particular. <<Jesucristo hace una historia con tu vida para que tú puedas amar y perdonar en tu matrimonio>>.