Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

Retiro para familias

El retiro ha sido un verdadero regalo para nosotros, aunque ya lo anunciaba nuestra muy querida Marta, hija de Sofía y de Toni, al grito de ¡viva la fiesta!, desde nuestro encuentro al llegar a la casa de espiritualidad del Desierto de las Palmas.

¡Viva la fiesta! Si. ¡Viva la fiesta de Jesús!, el maestro de cada charla de este retiro, y de cada trabajo en el matrimonio y en el grupo. Pues Jesús mismo, a través de su palabra en la Sagrada Escritura, nos ha hablado del matrimonio y la familia, nos ha hablado de su familia, y nos ha llamado a quedarse en nuestro matrimonio y en nuestra familia. Y esto es algo que nosotros hemos escuchado.

Jesús quiere ser lo primero en nuestras vidas y en nuestro matrimonio, para que así, sí, nuestro amor sea más auténtico. No en vano, este amor está llamado a ser reflejo del Amor de Dios. Jesús nos llama a una mayor y más profunda intimidad con el Padre, pues sin oración somos “carne de cañón “, y es muy difícil, no difícil, imposible, dejarse llevar y conducir;confiar en la providencia espiritual de Dios;“hacer lo que se debe y estar en lo que se hace”; ser sinceros en lo profundo de nuestro interior; ser capaces de corregirnos mutua y fraternalmente, y ver en el otro a Jesús, sobre todo en sus defectos.

Jesús nos deja claro que no nos quiere sólo buenas personas, ni le interesa sólo nuestra mejor versión, sino que nos quiere Santos, y que contamos con Él, que no estamos solos. Él nos ha dejado claro cristalino que no huye del dolor ni del sufrimiento,…Nada de nosotros le asusta. Más bien al contrario, Él se siente atraído por todo aquello de lo que nosotros huimos y ocultamos, de lo que nos avergüenza… es un loco de amor que quiere que seamos tres.

Jesús ha sido muy generoso con nosotros pues ha pasado por nuestros corazones, sanándonos, fortaleciéndonos, liberándonos y regalándonos más amor y comunión. Y su generosidad no queda en una acción puntual del retiro sino que nos ha regalado herramientas para seguir creciendo en espíritu, en amor y en comunión.

Lo dicho, este retiro ha sido un regalo sencillo, amable y muy profundo para nuestro matrimonio. Así que no sólo podemos decir ¡viva la fiesta!, sino que también ¡que siga la fiesta!.

Jordi y María José

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