En el corazón de Franciszka Siedliska ardía el deseo de que su comunidad religiosa floreciera en Roma, el centro de la vida de la Iglesia. Por eso, tras su primera visita en septiembre de 1873, decidió regresar al año siguiente para establecerse de forma definitiva. Allí, junto a un pequeño grupo de mujeres, comenzó su vida religiosa con humildad y determinación.
Después de varios traslados, en 1883 adquirieron una casa en la calle Machiavelli 18, que se convirtió en la casa general de la Congregación hasta 1965. Este lugar fue testigo del crecimiento constante de la comunidad y albergó durante años el noviciado, donde se formaron nuevas generaciones de Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret. Fue también en esa casa donde la Madre María de Jesús Buen Pastor entregó su alma a Dios el 21 de noviembre de 1902.
Franciszka regresó a Roma para hacer realidad su sueño: fundar allí su comunidad religiosa.