En 1885, la Madre Fundadora tomó una decisión valiente y arriesgada: envió a la mitad de su joven Congregación a los Estados Unidos. Fue una respuesta a la invitación de los Padres Resurreccioncitas, quienes trabajaban allí, y las hermanas comenzaron a servir a los emigrantes polacos, especialmente a los niños.
Este fue un año clave para el crecimiento de la Congregación, que, a partir de entonces, extendió su misión más allá de Europa. En pocos años, este paso dio lugar a una expansión sorprendente, y en 1895 se estableció la primera provincia de la Congregación en los Estados Unidos.
En 1885, la Madre Fundadora hizo historia al llevar la misión a los Estados Unidos. Las hermanas respondieron al llamado, sirviendo a los emigrantes polacos y sus hijos. Este paso valiente abrió las puertas de un crecimiento extraordinario para la Congregación.
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