A lo largo de su vida, Franciszka Siedliska encontró personas clave que la ayudaron a discernir la voluntad de Dios en su vida. Una de ellas fue el capuchino P. Leander Lendzian, quien la guió a conocer profundamente a Jesús y a descubrir su vocación religiosa.
Con el tiempo, Franciszka recibió el apoyo de muchos sacerdotes que fueron confesores, directores espirituales o protectores de su Congregación. Sin embargo, el P. Anthony Lechert, de los Padres Resurreccionistas, marcó un antes y un después en su espiritualidad y en la formación de su comunidad. Lo conoció en 1883, y un año después, fue designado asistente espiritual de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, un rol fundamental para el crecimiento de esta nueva familia religiosa.
Dios puso en el camino de Franciszka personas que marcaron su misión y su vida. El P. Lechert fue una guía esencial para el crecimiento de su comunidad religiosa. Con fe y acompañamiento, Franciszka construyó una familia espiritual que perdura.