Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

150 años de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret.

¿POR QUÉ ROMA? (3)

En la autobiografía, escrita por Franciszka Siedliska en los años 1884-87 a petición del Padre Antoni Lechert (su director espiritual), encontramos al menos dos fragmentos que podrían responder a esta pregunta:

Oh, cuánto deseaba ir a Roma, eso es lo que me atraía. Roma siempre ha sido mi sueño. Cuando era niña estudiaba geografía y el recuerdo de Roma despertaba en mí tanta dulzura, tanta felicidad que siempre buscaba esta ciudad en el mapa y cuando se mencionó la lección, la recordé mejor. Pero papá no me llevó a Roma, e incluso riéndose dijo que una vez allí, ningún poder humano podría sacarme.

Beata María de Jesús el Buen Pastor, Francisca Siedliska Tuit

Una de las gracias que el Señor Jesús se dignó a darme desde niño fue un gran amor por la Iglesia, por el Santo Padre -su cabeza visible en la tierra- y por la liturgia. Me gustaba mucho estar conectado con la Iglesia en todo, especialmente en sus celebraciones litúrgicas.

Beata María de Jesús el Buen Pastor, Francisca Siedliska Tuit
La Fundadora, Padre Antoni Lechert y las Hermanas reunidas en el Primer Capítulo General de la Congregación en Chaville, Francia, 1895.

Siempre me sorprenden esos sueños y deseos infantiles de Franciszka, a los que fue fiel hasta el final. Sin embargo, esto no es una respuesta completa a nuestra pregunta: ¿por qué Roma? La respuesta la encontramos en otro lugar, en un texto escrito 22 años después de aquel acontecimiento. En el Informe para el Primer Capítulo General de la Congregación en Chaville (1895). En el libro de la historia de la Congregación que ella misma editó, la Fundadora y primera Superiora General de las Hermanas de Nazaret escribe: «La persona a quien Dios llamó a esta santa obra (es decir, la propia Franciszka), deseando tener un signo visible de la voluntad de Dios, decidió ir a Roma y presentar sus intenciones al Santo Padre Pío IX. Estaba profundamente convencida de que, si recibía el permiso del Papa y su bendición para iniciar el proyecto, eso sería una clara señal de que Dios lo exigía. Y si el Santo Padre no aprobaba esa idea, ella estaba dispuesta a abandonarlo todo.»

¡Qué importantes son estas palabras! En la fundación de la Congregación está la voluntad de Dios expresada por la bendición del Sucesor de San Pedro, acogida con fe y humildad, pero también con plena responsabilidad personal de la joven Fundadora.

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