Lourdes, donde el cielo toca la tierra
Del 29 de junio al 3 de julio de 2023, tuvo lugar la 65ª peregrinación diocesana al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Del nutrido grupo de más de 450 peregrinos que conformamos, los protagonistas fueron sin duda los ancianos y los enfermos, quienes en todo momento estuvieron acompañados por personal médico y numerosos jóvenes, los voluntarios. Los peregrinos, además, estuvieron acompañados por el obispo Casimiro López y más de 10 sacerdotes de nuestra diócesis. Además, este año nuestra Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret estuvo representada por la hermana Juana.
Lourdes es un lugar hermoso, donde el cielo toca la tierra. Y esto lo decimos en el sentido literal de la palabra, por la ubicación geográfica de Lourdes. Sobre todo, por la mañana, cuando las nubes parecen envolver el Santuario. En 1858, durante la aparición de la Virgen María a Bernardita, el cielo, en la Persona de María, tocó literalmente la roca de la Gruta de Massabielle. El 2 de marzo de 1858, la Virgen María pidió a la joven: “Vaya y diga a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga a este lugar en procesión.” Desde entonces, el milagro de Lourdes continua y una ingente cantidad de personas de todo el mudo hace su peregrinación pidiendo la intercesión de la Virgen María para sus personales intenciones. A lo largo de los siglos, aquí se han producido muchos milagros, tanto físicos (sanaciones de los enfermos) como espirituales (las conversiones).
En Lourdes el cielo se encuentra con la tierra… Vivimos en un momento histórico que el Santo Padre Francisco denominó «la cultura del descarte». Lo que es «innecesario» es marginado, rechazado, eliminado. Estas son lascategoríasque el mundo de hoy considera como «innecesarias”: los enfermos, las personas con discapacidades físicas o mentales y los ancianos. No obstante, en Lourdes, ellos son el centro de atención de todos. Todo se centra en ellos: se piensa en todos los detalles para que puedan participar en las misas, las procesiones, la adoración, el Via Crucis… Se les lleva a la Gruta para que puedan orar donde tuvieron lugar las apariciones y tocar la roca. Es conmovedor ver las interminables filas de carros con enfermos, acompañados de jóvenes voluntarios. Los voluntarios más jóvenes, los niños pequeños, caminan suavemente entre los carros, ofreciendo agua fría a los enfermos. Nos vienen a la mente las palabras de Jesús: «Si le diste un vaso de agua a uno de mis pequeños, a mí me lo diste».
En Lourdes el cielo se encuentra con la tierra… Hay guerras, disturbios, odio, violencia y persecución en muchísimos lugares del mundo. Y, sin embargo, aquí están todos los pueblos y naciones, sin ninguna discriminación por el color de la piel, posición social o idioma. Aquí todos juntos rezan, adoran a Jesús en el Santísimo Sacramento durante la procesión eucarística o están unos junto a otros en silencio en la capilla de adoración perpetua. Se oye el canto: “Laudate omnes gentes, laudateDominum.” Así debe de ser el cielo, con la única diferencia de que en el cielo ya no hay dolor, enfermedad, sufrimiento o vejez.
Lourdes es el lugar de encuentro con la Madre. Durante el rezo del rosario se escuchan todos los idiomas del mundo y, aunque a veces no se entienda nada, todos permanecen unidos en la oración. ¡AVE María!
Lourdes es un lugar donde se practica el amor al prójimo con infinidad de gestos simples, de detalles, un lugar donde la paz del corazón y la esperanza contra toda la desesperanza tiene cabida. Es un lugar donde toda persona que hemos conocido, quiere volver. Y aunque al final de la peregrinación todos estábamos muy cansados (tras 11 horas de autobús), se escuchaban voces que alegremente decían: ¡hasta el año que viene! Vale la pena tomar en consideración esta invitación, esta oportunidad de vivir algo único que nos cambiará por dentro y por fuera, vale la pena seguir ese impulso que nos invita a participar en esta experiencia. ¡Ánimo! María te está esperando a ti también.