Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

La montaña de la fe valiente

Ajab subió a comer y beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo para encorvarse hacia tierra, con el rostro entre las rodillas. Había ordenado a su criado: «Sube y mira hacia el mar»; el criado subió, miró y dijo: «No hay nada». Elías repitió: «Vuelve»; y así siete veces. A la séptima dijo el criado: «Aparece una nubecilla como la palma de una mano que sube del mar». Entonces le ordenó: «Sube y dile a Ajab: “Engancha el carro y desciende, no te vaya a detener la lluvia”». En unos instantes los cielos se oscurecieron por las nubes y el viento, y sobrevino una gran lluvia.

La tradición ha dado una interpretación mariana a este acontecimiento, viendo en la aparición de la nube, en el anuncio de la llegada de la ansiada lluvia, una imagen de María, que nos dio a Cristo Redentor. El Monte Carmelo, donde Elías vio la nube que simbolizaba a María, se convirtió en un monte mariano y se asoció al carácter mariano de la Orden Carmelita, que celebra de manera especial el misterio de la Maternidad Divina y de la Inmaculada Concepción. De ahí que me parezca especialmente relevante hablar hoy del Carmelo en las fechas que estamos.

El Monte Carmelo no se menciona en el Nuevo Testamento, pero desde los inicios del cristianismo, las numerosas cuevas de esta cordillera fueron habitadas por ermitaños que llevaban una vida de oración y moraban con Dios en soledad siguiendo el ejemplo del profeta Elías y Eliseo. Siguiendo el ejemplo de estos movimientos eremíticos que siempre tuvieron lugar en el Carmelo -y siguiendo el legado espiritual de Elías-  a principios del siglo XIII se fundó allí la Orden Carmelita como orden mariana. Fue allí – en el monte Carmelo – donde, en 1230, San Simón Stock, general de los carmelitas, tuvo una visión de la Virgen, que le entregó el escapulario carmelita. Hoy en día, los peregrinos pueden rezar en la iglesia «Stella Maris», construida por los carmelitas en 1823. 

El Monte Carmelo es uno de los lugares más bellos de Tierra Santa. Esta gran cadena montañosa, de más de 25 km de largo y varios de ancho, se adentra en el Mediterráneo. Se ha alabado repetidamente  la belleza de esta montaña, incluso en la Biblia. Carmelo significa «jardín de Dios» o «viña de Dios» en hebreo. El nombre refleja plenamente la belleza y fertilidad de este lugar, que impresiona por su vegetación única.

El Monte Carmelo, elegido y tan bien dotado por Dios, se convirtió en lugar de lucha y elección en la historia de la salvación. El-Muhraqa es un pico elevado en la cordillera de las colinas del Carmelo donde la tradición bíblica sitúa un acontecimiento dramático protagonizado por Elías que sigue siendo muy importante para nosotros hoy. Elías, un profeta como el fuego, cuya palabra ardía como una antorcha.

Él era el único profeta del Dios Altísimo en Israel durante el reinado de Ajab. El rey desobedeció los mandamientos de Dios y se casó con Jezabel, una princesa sidonia, mujer de corazón perverso y servidora de ídolos paganos. El rey Ajab adoraba a Baal e incluso mandó construir un templo a este vil ídolo. Por eso el pueblo de israel comenzó a adorar otros dioses y esto a su vez trajo consigo sequía y hambre al país. Baal, como todas las deidades inventadas por el hombre, tenía tanto poder como le quisieran dar sus creadores. La reina Jezabel,quien creó esta deidad y mandó fabricar el pedazo de piedra al que tenían que adorar inculcó la fe a este dios en base a amenazas. De este modo, todos aquellos fieles y profetas del Señor que se atrevieron a contestar o negar la adoración de Baal fueron matados. Su sangre derramada nos recuerda el precio que a veces tiene  seguir a Dios. Sólo Elías sobrevivió milagrosamente y, además supo aparecer en escena. Por tanto en un contexto muy hostil tuvo lugar el encuentro entre el rey y el profeta. No fue una reunión diplomática.

En este encuentro Ajab acusó a Elias de ser ‘’la causa de la calamidad en Israel’’ a lo que Elías respondió:

«No soy yo quien ha arruinado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, por abandonar los mandatos del Señor y seguir a los baales. Pero ahora, manda que todo Israel se reúna en torno a mí en el monte Carmelo, especialmente a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel»

Hay que ser muy valiente para ordenar al Rey, y además que este te haga caso. Esto ya nos hace ver la contundencia de las palabras de Elías y su carácter.

Con estas palabras Elías nos enseña que un gobernante conoce los límites de su poder, y como Elías también los conoce le puede desafiar. Dos mundos, dos realidades diferentes se encontraron en el Monte Carmelo: los que creen tener autoridad y poder y los que realmente la tienen porque creen en el Dios Verdadero que tiene autoridad en la tierra y en el cielo.

Una vez que todos hubieron llegado Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:

«¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si el Señor es Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal». El pueblo no respondió palabra. Elías continuó: «Quedo yo solo como profeta del Señor, mientras que son cuatrocientos cincuenta los profetas de Baal.Que nos den dos novillos; que ellos elijan uno, lo descuarticen y lo coloquen sobre la leña, pero sin encender el fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, también sin encender el fuego. Vosotros clamaréis invocando el nombre de vuestro dios y yo clamaré invocando el nombre del Señor. Y el dios que responda por el fuego, ese es Dios». Todo el pueblo acató: «¡Está bien lo que propones!». Elías se dirigió a los profetas de Baal: «Elegid un novillo y preparadlo vosotros primero, pues sois más numerosos. Clamad invocando el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego».

Los sacerdotes de Baal debían ofrecer el sacrificio primero, porque eran  mayoría. Así lo decidió Elías y así sucedió. Pueden alarmarnos un poco los gestos crueles, las mutilaciones rituales, la sangre, los gritos de los sacerdotes  en este intento de ritual en el cual por supuesto no hubo ninguna respuesta por parte de su dios Baal. Era obvio que eso iba a suceder, pues es un dios ficticio y por tanto sus actos solo nacen de las acciones que los humanos queramos otorgarle. Y si ellos no podían prender el fuego, nada iba a ocurrir.

Elías se burla de ellos, incluso los ridiculiza y les azuza, para demostrarles cómo se han extraviado al seguir las órdenes de la reina de adorar dioses inventados, que al fin y al cabo han sido creados por manos humanas.

Veamos ahora cómo se comporta el pueblo de Israel. A la primera pregunta de Elías «¿Hasta cuándo viviréis divididos, es decir, cuándo haréis vuestra elección?». El texto dice: «que el pueblo no respondió ni una palabra» (v.21). El profeta fue incapaz de hacerles ver su error sólo con palabras. Ahí todavía pensaban que era mejor esperar, agachar la cabeza, porque aún no estaban seguros de cómo acabarían las cosas. Pero por si acaso, mejor seguirle la corriente a la reina. Esta actitud demuestra que el Pueblo Elegido no era consciente de su propia infidelidad, no reconocía su propia confusión como un agravio en sí  . Algo había adormecido su conciencia, tal vez el miedo, tal vez la irreflexión de las consecuencias de sus actos. En cambio, cuando Elías propone un reto, una prueba de fuerza tan teatral, el pueblo responde con entusiasmo: «Buena idea»(v.24). Vemos que Elías fue muy inteligente porque con esta propuesta marcaba un escenario tajante, donde o bien ocurría o no, no dejaba margen de duda. Además así el pueblo era mero espectador y no tenía que desmarcarse en uno u otro bando. 

¿Nos es completamente ajena una situación así? ¿O también a veces jugamos a dos bandas? O por no quedar mal con unos u otros dejamos de lado valores o por intereses y estratégias damos la razón a partes contrarias.  ¿Tenemos siempre claro cuál es el camino que debemos seguir y el fin? ¿Sabemos decir SÍ si es SÍ, y NO si es NO, a pesar de las posibles consecuencias? ¿Somos siempre auténticos ante Dios y ante nosotros mismos?    Hoy en pleno siglo XXI creemos ser personas totalmente  libres, pero en muchas ocasiones somos esclavas de consignas repetidas y prejuicios malentendidos. ¿Quién lleva realmente la inquietud a nuestros corazones? Siempre debemos ser prudentes y reflexionar antes de tomar una decisión o hablar, pero una vez hecho debemos ser lo suficientemente valientes para no doblegarnos o callarnos. Defender en lo que creo a capa y espada.

Volviendo al texto, también me gustaría destacar como Elías, tras el fiasco del la ofrenda sin respuesta, es sabio y llama al pueblo a reunirse junto a él. Esto lo hace por un motivo,  para que tengan que moverse, acercarse a él y con ello también es tomar una postura pública, salir de la indiferencia, ver que los que te intimidan son débiles y su dios es como ellos. Mientras Israel se acercaba, Elías reconstruye el altar. La nueva religión pagana había destruido el significado religioso, la pertenencia a la fe y las tradiciones de los antepasados, por lo que la identidad del pueblo debía ser reconstruida – las 12 piedras representaban las 12 generaciones y les enseña de nuevo como se hace la verdadera adoración al único Dios Yahvé. Podemos ver en sus palabras y gestos la actitud y también esa autoridad que solo tienen los padres. Como quien junta a los niños y con paciencia  les demuestra la realidad y con cariño les recuerda como se hacen bien las cosas. 

Veamos hasta qué punto esto se parece a lo que ocurre a nuestro alrededor. Hay casos extremos como por ejemplo dictadores que busca adoctrinarnos, o un jefe que nos presiona en determinado camino, pero a veces es mucho más sutil. Sin darnos cuenta podemos dejarnos llevar por esa ‘’falsa libertad y modernidad’’ que consideramos algo positivo y por el camino perder de vista lo realmente importante, el Dios único y verdadero y la vida eterna, eso es lo único que realmente importa y no deberíamos olvidarlo. Y también debemos recordar nuestra responsabilidad como padres y madres, abuelos, amigos , hermanos de ser ejemplo y ayudar a nuestros seres queridos a no perder el norte y mostrarles, como hizo Elias con cariño y paciencia, como reconducirlo. 

Elías desea un milagro, una señal del cielo que remueva las conciencias y haga que el pueblo vuelva a la Alianza que ha hecho. «Que el pueblo comprenda que tú, Señor, eres Dios, y que has convertido su corazón» (v. 37). Esta es una oración ferviente y muy potente. Elías está pidiendo que Dios se convierta en el principal protagonista y renovador y que  voltee el corazón de Israel hacia  Él. La batalla más importante era la transformación de cada corazón humano. Elías no quiere dejar lugar a duda y añade la dificultad del agua al altar. Dios responde su llamada  con un fuego implacable. El agua y el fuego son dos opuestos y, sin embargo, la misericordia de Dios es tan poderosa que drena todo lo que se opone al fuego destructor; hasta las piedras se convierten en polvo. Así es nuestro Dios. Él no cambia. «Al ver esto, todo el pueblo se postró sobre sus rostros y dijo: «¡Verdaderamente Yahvé es Dios! ¡Verdaderamente Yahvé es Dios!» 

El pueblo cae de bruces, pero no por miedo, sino como reacción natural al darse cuenta de algo tan obvio. Es así cuando te encuentras con Dios, es algo tan inmenso, tanta alegría, que caes de rodillas.

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