La llamada del Señor
EL 2 DE FEBRERO, LA JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA
En el libro del profeta Jeremías leemos las asombrosas palabras que Dios nos regaló: «Antes de formarte en el seno de tu madre te conocía, antes de que vinieras al mundo te consagré, profeta de las naciones te destiné». ( Jr1,4-5)
Esta es una preciosa noticia para mí y para todo ser humano. Alguien me creó por amor, eligió para mí los mejores padres y el mejor momento y lugar para mi nacimiento. Alguien me conocía antes de que mi madre me gestara. El primer llanto y grito de un recién nacido fue y siempre será una gran alegría para los padres y muy especialmente para la madre. El parto siempre nos regala un nacimiento. Esta primera etapa de la vida es tan sumamente misteriosa, vista con la mirada humana, pero no para el amor de Dios. Él es el mejor Padre: nos formó en secreto y nos permitió nacer y ser entregados a nuestros padres.
La etapa que viene a continuación es el tiempo que transcurre desde el nacimiento hasta la muerte. Es un hermoso tiempo para conocer a los que nos quieren, descubrir lo que nos rodea y, de hecho, se trata de una búsqueda constante de lo que es mi vocación, lo que me da verdadera alegría y libertad. Tenemos todo este periodo para poder tomar elecciones y decisiones independientemente, también es una oportunidad de responder con amor al Amor. Cada uno de nosotros ha sido destinado para algo diferente, algo único, algo que nadie más puede cumplir.
La etapa que viene a continuación es el tiempo que transcurre desde el nacimiento hasta la muerte. Es un hermoso tiempo para conocer a los que nos quieren, descubrir lo que nos rodea y, de hecho, se trata de una búsqueda constante de lo que es mi vocación, lo que me da verdadera alegría y libertad. Tenemos todo este periodo para poder tomar elecciones y decisiones independientemente, también es una oportunidad de responder con amor al Amor. Cada uno de nosotros ha sido destinado para algo diferente, algo único, algo que nadie más puede cumplir.
Estoy convencida de que toda persona puede descubrir su vocación, el «te he destinado» de Jeremías con total paz de corazón y hacerlo realidad como él con la ayuda de Dios. A mí me pasó esto mismo. Recuerdo en mis años de Bachillerato cómo me esforzaba en los estudios para tener buenas notas y a continuación poder decidir a qué dedicarme en mi vida adulta. Recuerdo conversaciones con mis amigas sobre qué rumbo tomar, en qué queríamos trabajar o si casarnos o no. Las conversaciones fueron muy largas, sinceras y muy necesarias en aquel momento, pero la decisión final al final la hacemos cada uno en nuestro corazón.
A lo largo de mi vida había conocido a varias monjas y la verdad no me impresionaron en absoluto. Nunca pensé en ir a un convento, aunque vengo de una familia muy creyente. Cuando rezábamos juntos en familia, mi madre decía varias intenciones, entre ellas por las vocaciones sacerdotales y religiosas, y yo también rezaba por ello sin pensar. Todo cambió cuando un domingo fuimos toda la familia a misa, como siempre, y de la nada aparecieron unas Hermanas de Nazaret a decir algo sobre la Sagrada Familia y su Congregación. Dejad que os explique por qué esto nos chocó tanto. No estábamos en una iglesia parroquial, sino en una capilla aún en construcción y en unas condiciones bastante complicadas, sobre todo hacía mucho frío, porque aún no había ventanas ni puertas y era otoño. Las monjas simplemente estaban allí, leyeron las lecturas, cantaron un salmo, contaron algo sobre sí mismas e invitaron a las jóvenes a un retiro que iban a organizar, y si alguien estaba interesado podía escribir su dirección y recibir más información.
En aquel momento, en mi interior, sentí que quería ser como ellas, pero no escribí mi dirección. Era un secreto, un deseo, pero no se lo conté a nadie. Vi que aquellas jóvenes con hábitos eran felices. No tenían que decirlo con palabras, era evidente, no podían ocultarlo. Entregar la vida a Jesús y vivir bajo la protección de la Sagrada Familia debía de ser algo maravilloso. Y me dije a mí misma: Dios Tú lo sabes todo. Y mi vida continuó sin más.
Al cabo de algún tiempo recibí una carta de la hermana Bogna y una invitación al famoso retiro. Mi sorpresa fue mayúscula, puesto que yo no había escrito la dirección. Resultó que una amiga mía había escrito mi dirección y no la suya, y nunca supo explicarme muy bien por qué lo había hecho. No vino ella a contármelo, sino que yo lo descubrí tras hacer mis investigaciones. No monté ningún alboroto al respecto. Incluso me sentí agradecida en el fondo de mi corazón, pero esto no se lo dije hasta años más tarde.
Así comenzó mi aventura con Jesús en la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret en 1990 y continúa hasta hoy. Soy una religiosa feliz, sé que estoy en este camino porque Dios es fiel a sus promesas. La vida tiene sentido cuando se ama de verdad. En el amor no hay ansiedad ni miedo.
Así comenzó mi aventura con Jesús en la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret en 1990 y continúa hasta hoy. Soy una religiosa feliz, sé que estoy en este camino porque Dios es fiel a sus promesas. La vida tiene sentido cuando se ama de verdad. En el amor no hay ansiedad ni miedo.
Ahora con el paso de los años y con retrospectiva, veo que Dios tiene sus propias maneras de ayudar cuando ve las carencias de sus hijos y espera pacientemente para que podamos responder a su amor abrumador con nuestro amor.
hna María Bożena