LA GUERRA - esto también es Palabra de Dios
Porque él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba.
Han pasado diez meses desde que estalló la guerra en Ucrania. ¿Cuánto sufrimiento, miedo, incertidumbre, rebelión, duda, pero también esperanza, fe, certeza, orgullo nacieron en los corazones de las personas y también, en los corazones de nuestras hermanas de Nazaret que viven aquí? Sólo Dios lo sabe. Tanto mal, pero a su vez, tanto bien. Tanta desesperación y dolor, pero al mismo tiempo transformación y conversión.
Para nosotros, cristianos, es importante tratar (en la medida de nuestras posibilidades) de mirar esta época a través de los ojos de Dios. Creemos que el mundo, las naciones y cada persona pertenecen a Dios. Creemos que Dios nos ama, quiere nuestra felicidad, la que sólo podemos experimentar en unión con Él. Creemos que Él ESTÁ en nuestra historia y en todos los acontecimientos que nos suceden. Creemos que Él nos habla constantemente, no solo con la Palabra de la Biblia, sino también a través de los acontecimientos de nuestra vida.
La guerra es también Palabra de Dios, con la que nos habla nuestro Creador. Esta Palabra se dirige en primer lugar al pueblo ucraniano y a todos los que viven en esta tierra, pero no sólo a ellos…
En el mundo hedonista actual, Dios nos habla constantemente. Pero, ¿Hasta qué punto me paro a escucharle, y logro dejar de lado todo el ruido y mensajes contradictorios a Él que me rodean? Dios me demuestra con esta guerra que no es mi bienestar lo que importa, ni es tener un sentido de estabilidad y poder planificar las próximas semanas, meses. Es mi relación con Dios lo más importante, lo que verdaderamente importa. Si logro ver o no su Amor incluso en estas circunstancias, eso es lo que importa.
Esta guerra es una especie de prueba: ¿quién es realmente Dios para mí? El modo en el que vivo los acontecimientos, las amenazas a la vida, el miedo, me muestra quién es Dios en mi vida, quien es Él para mí.
¿Creo que la cruz tiene sentido? ¿Creo que Cristo ha resucitado? Cada uno de nosotros, en esta guerra, a su manera se plantea estas preguntas.
La guerra es difícil para todos, pero la experiencia del amor de Dios ayuda a superar el miedo y la incertidumbre. Esta experiencia cada uno la vive a su manera. Muchas personas en Ucrania dan testimonio de que Dios les protege y que hace esto también a través de la ayuda desinteresada de los demás. Sea esta ayuda tanto espiritual, como material. Casas en ruinas, pérdida de propiedades, la obligación de huir bajo el fuego armado, perder el trabajo y no poder encontrar uno nuevo debido a la falta de electricidad, crisis económica: todas estas son nuestras realidades.
Por eso es tan importante la ayuda exterior. El mero hecho de saber que alguien piensa y se preocupa por nosotros, que nos recuerda y que no nos deja solos es ya de por sí una ayuda tremenda. También nos ayudan todas las cosas practicas: los alimentos, los pañales, el detergente en polvo, el jabón, la ropa de cama….. Todo esto significa una ayuda enorme, en un período en el que cada día los precios suben rápidamente, un período en el que cada día sube sin cesar el precio de la vivienda, del gas, el agua…
Gracias a todos los que han abierto sus corazones a nosotros, los que sufrimos la guerra. Rezamos todos los días para que la Sagrada Familia sostenga a vuestras familias en todas las dificultades y sufrimientos que podáis tener, que ilumine los caminos de vuestra vida, os muestre la dirección correcta y los fortalezca. Que la bendición de Dios os acompañe todos los días del nuevo año 2023.
Hermana María Beata Wilk, La Superiora Regional
UNA BREVE RESEÑA SOBRE NUESTRA MISIÓN EN UCRANIA
La primera casa de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret fue abierta en Lviv en tiempos de nuestra Madre Fundadora (1892). Antes de la Segunda Guerra Mundial, las Hermanas de Nazaret tenían varias comunidades en este territorio y se ocupaban de muchas cosas. Los acontecimientos dramáticos de la Segunda Guerra Mundial obligaron a las Hermanas a abandonar sus conventos y apostolados. Al finalizar la guerra en 1945 cambiaron mucho las fronteras de Europa. De hecho, se tradujo en que una gran parte de las tierras polacas pasó a formar parte de la Unión Soviética. La Congregación no podía, por tanto, al ser la Unión Soviética un estado comunista y anti-clerical, continuar su misión allí. Solo las tumbas de las Hermanas de Nazaret permanecieron en el cementerio de Lviv.
No fue hasta el colapso de la Unión Soviética (1991) y la creación de una Ucrania libre cuando las Hermanas de Nazaret pudieron regresar a estos territorios. Las dos provincias polacas (Cracovia y Varsovia) abrieron gradualmente nuevos conventos y enviaron hermanas de Polonia a la nueva Ucrania. Con el tiempo, también aparecieron vocaciones locales que pasaron a engrosar nuestras filas.
En septiembre de 2014, por decisión de la Administración General de la Congregación, apoyándose en las comunidades que había en aquel entonces en Ucrania, se creó una nueva realidad de la Congregación, la Región de San Miguel Arcángel. Había 17 hermanas de Polonia y 6 de Ucrania trabajando en seis comunidades de esta Región. El apostolado de las hermanas se desarrolló dinámicamente y cada año trajo nuevas oportunidades. Ucrania como país se fue desarrollando y creciendo, aunque no sin dificultades, poco a poco cambió y se volvió hermosa. Se establecieron nuevas parroquias, la cooperación entre varias congregaciones religiosas fue mejorando y aparecieron nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas autóctonas. Las hermanas miraban al futuro con esperanza y entusiasmo. Nadie se esperaba los acontecimientos dramáticos que nos golpearían sin piedad a finales de febrero de 2022… La guerra lo sacudió todo. Las hermanas de la comunidad de Jersón, en el sureste de Ucrania, tuvieron que ser evacuadas inmediatamente antes de que las tropas rusas alcanzasen la ciudad.
Once meses después de la marcha de nuestras hermanas al comienzo de la guerra, la hermana Beata, hna. Agata y hna. Margaret volvieron a Jersón, ciudad liberada de la ocupación rusa hace dos meses. La situación en la ciudad es muy difícil, hay bombardeos constantes, muchos lugares están minados y son muy peligrosos. Sin embargo, a pesar de que muchos de los habitantes de la ciudad se han marchado, nuestros sacerdotes se han quedado y, como dicen las Hermanas, la parroquia es un verdadero oasis de oración por la paz. Las Hermanas fueron allí para discernir sobre la situación, y si es posible que vuelvan a Jersón. »Vemos que nuestra presencia es muy necesaria aquí. Al mismo tiempo, comprendemos que nuestro ministerio en este momento debe ser muy diferente al de antes. La parroquia tiene un puesto de ayuda humanitaria apoyado por el gobierno polaco. Cada dos semanas se distribuyen entre 300 y 400 paquetes a los necesitados. La gente está cansada de esta situación que dura ya casi un año, pero se alegra de haber recuperado la libertad y tiene muchas esperanzas de reconstruir la devastación. Necesitan apoyo, consuelo, acompañamiento y oración comunitaria».
Las demás hermanas a día de hoy, permanecen en sus conventos, dando testimonio de su firme fe, la esperanza puesta en Dios y continúan ofreciendo su amor transformado diariamente en actos concretos de ayuda a la población atormentada.