La señora Karolina provenía de una noble familia polaca. Tras la muerte de su única hija, y poco después su amada madre y su marido, la joven viuda, de solo 40 años, decidió dedicar el resto de su vida a Dios. En Lublin conoció al padre Leander Lendzian, superior del convento de los capuchinos. Siguiendo su consejo, «se unió a varias damas piadosas para vivir entre ellas, como en una especie de comunidad, donde, bajo la dirección del padre Leander, seguirían las reglas prescritas, practicando ejercicios espirituales y, sobre todo, las virtudes de la vida monástica (…)». Después de varios años de esta vida, en el otoño de 1874, la señora Karolina con el padre Leander y personas que la hermana Eufrozyna no menciona por su nombre, entre las cuales, como sabemos, se encontraba Franciszka Siedliska, partieron primero de Polonia hacia Lourdes (Francia), y de allí en febrero de 1875 a Roma. Lamentablemente, la señora Karolina, que padecía de asma y enfermedades cardíacas, ingresó en el hospicio de Santa María in Cappella el 6 de marzo y murió allí el 8 de agosto de 1878. El padre Leander por supuesto visitó a su penitente, ya que la hermana Eufrozyna lo conoció y le dedicó a posteriori las memorias de la señora Karolina. Podemos suponer que también fue acompañado por Franciszka Siedliska.