Familias
Creemos en Jesucristo y sabemos que sólo Él conoce toda la verdad sobre cada uno de nosotros. El Dios que nos ha creado sabe mejor que nadie lo que es bueno, lo que puede ayudarnos en nuestras vidas, llevarnos hacia el desarrollo, la felicidad y la salvación. Sabiendo esto, nosotras nos sentimos y queremos hacer saber que somos hermanas de todo ser humano, de toda familia, se encuentre en la situación en la que se encuentre. Dios tiene la respuesta a toda situación en la que podamos encontrarnos en la vida y puede sacar algo bueno de cada historia.
Sentimos como propia la preocupación del Papa Francisco por cada persona, cada matrimonio, cada familia, y la llevamos en nuestros corazones. En nuestra oración diaria, recorremos «las periferias de la existencia humana» buscando también, por así decirlo, a los que Dios nos ha confiado de un modo concreto en nuestra misión.
Estamos aquí para mostrar la verdad y belleza de la vocación al matrimonio, así como para los que ya viven este sacramento del matrimonio. Por eso, organizamos Encuentros Matrimoniales, Encuentros de Lectio Divina, acompañamos en retiros, y procuramos llevar a cabo un programa de formación y dirección espiritual lo más enriquecedor posible.
Además, acogemos a quienes sufren la realidad de la ruptura en el matrimonio (separados, divorciados)… y nos llena de alegría cuando estos acuden a nuestro hogar porque sienten curiosidad, que no es otra cosa que Dios llamando a sus corazones. Las puertas de nuestro corazón y de nuestra casa están abiertas a todo ser humano.
Participamos en Spei Mater (atención y acompañamiento a personas que han participado de algún modo en un aborto provocado), servimos en el Centro de Orientación Familiar (COF) y ayudamos en Cáritas parroquial.
También estaremos siempre para aquellos que quizás ya no creen en el amor, que no quieren entablar relaciones permanentes porque tal vez han cedido a las tendencias de hoy en día, que huyen del compromiso y se basan en el materialismo, como también para aquellos que han sido heridos y no quieren sufrir más. Para nosotras es todo un honor estar a su lado en ese cambio de rumbo, hacia una vida llena de alegría y amor.
En toda relación de amistad y amor, incluso, en las más felices y en las que han resistido la prueba del paso del tiempo, siempre hay un algo que falta, un deseo de más. El corazón humano siempre anhela más amor del que el otro puede dar: ese es el amor de Jesús, que hace posible el amor humano.
«Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, 'nacido de Mujer', y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo. Amén»