¿Estás pensando en la vocación religiosa?
Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo; proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad.
En cierta fase del discernimiento de la vocación religiosa, hay que buscar la experiencia personal: visitar conventos, conocer los carismas. No es posible discernir, por así decirlo, sólo teóricamente: explorando páginas web o escuchando testimonios. Hace falta valor en algún momento para llamar a la puerta de un convento y pedir tiempo para convivir con una comunidad religiosa.
Esto es lo que hizo una de nuestras amigas, una joven española. Se tomó un año de excedencia para escuchar más profundamente a Dios y buscar su voluntad. Además de un mes de retiro y un compromiso apostólico fuera de España, decidió vivir con nosotras durante un mes.
Confesó en una de nuestras reuniones: “Dice la Escritura: Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes (Is 55, 9). Esto me recuerda que no siempre lo que nosotros planeamos es lo que Dios quiere para nosotros. Es importante, ante la duda, que busquemos y hagamos experiencia de todas las posibilidades que se nos puedan ocurrir, o incluso, que a los que nos guían piensen oportuno para nosotros (hay que abrirse a los consejos y ver que ahí Dios puede hablar). Este año lo estoy dedicando a eso, a no tanto buscar lo que a mí me apetece o gusta, sino a experimentar los posibles caminos que Dios me abre en este momento de mi vida”.
Una de las etapas más importantes en el discernimiento de la vocación religiosa es la experiencia de convivencia con las hermanas. Es mucho más que una jornada de puertas abiertas o un retiro de fin de semana. Es simplemente vivir al ritmo de la comunidad. A menudo ocurre que alguien visita una congregación y ya sabe que no es su lugar, que Dios tiene otras misiones para él. A menudo, sin embargo, también ocurre que desde el primer momento una persona se encuentra, por así decirlo, en su propia casa. Esto va acompañado de una paz en el corazón, tanto para la persona que hace el discernimiento como para la comunidad que la acoge. Es una experiencia muy valiosa.
Todas las comunidades religiosas saben que no se toman decisiones de este calibre a la ligera. Las religiosas saben que quienes vienen a ver, experimentar y escuchar la voz de Dios necesitan tomarse su tiempo y discernir, llegar por si mismo a su ritmo a esa decisión que les cambiará la vida. Discernir la voluntad de Dios requiere mucha oración y guía espiritual.
Sigue nuestra amiga: “Acompañarlas en este mes me ha servido para tener más tiempo de oración y así poder entrar en mi misma. La oración me ha ayudado a poder encontrarme y conocerme mejor, aunque al principio era un poco difícil luego ha resultado en una fuente de inspiración para saber que es lo que me ocurre actualmente y poder seguir adelante en el camino de la vida. Además, realizar sus tareas me ha cambiar mi pensamiento y ver que al final no es una vida tan distinta… sino que puesta a los pies de Dios”.
Jesús preguntó una vez a dos discípulos del Bautista que le seguían: “¿Qué buscáis? Y ellos respondieron: Maestro, “¿dónde vives?”; a lo que respondió Jesús: “Venid y lo veréis” (J 1, 35 – 42). A su pregunta, ¿Puede haber algo bueno de Nazaret?, Natanael recibió la respuesta: “Ven y lo verás” (J 1, 46). ¿Qué haces para discernir tu vocación? Y si Jesús te pregunta: «¿Qué buscas?», ¿qué le responderás?