Con los jóvenes en la JMJ en Lisboa
LA PRIMERA HISTORIA CON LOS JÓVENES DE LA PARROQUIA DE BENICASIM Y OTROS LUGARES DE LA DIÓCESIS:
El domingo 30 de julio, jóvenes con sonrisas de oreja a oreja y grandes mochilas a su espalda fueron llegando a la estación de autobuses de Castellón sobre las 18:30 horas. A todos les unía un objetivo; el viaje diocesano a Lisboa para la JMJ 2023. El grupo estaba formado por jóvenes de Onda, Mater Dei, Alcora, Villareal, Vall de Uxó, y también había jóvenes de nuestra parroquia de Benicassim. Nuestro grupo benicense estaba formado por 24 jóvenes bajo la dirección espiritual del P. David y la Hna. Maria, y los cuidados paternales de Verónica y Pierluigi.
Durante todo el año nos hemos estado preparando para vivir a tope y lo mejor posible la JMJ. Una vez al mes intentábamos pasar un día entero juntos de forma activa. Siempre había oración juntos, una conferencia, algunos kilómetros por recorrer, juegos y lo más importante, la Eucaristía.
En la estación de tren de Castellón, una vez que todos llegamos vestidos con nuestras camisetas parroquiales, nos dimos cuenta de que esos anhelados días por fín habían comenzado. Con gran alegría y entusiasmo tomamos asiento y nos pusimos en marcha. Nuestro grupo se desplazó durante toda la peregrinación con un gran autobús y una furgoneta.
Sin embargo, uno de los momentos más importante para nuestros jóvenes fue la Eucaristía del sábado 29.07.2023, el día antes de marcharnos, en la cual Joaquín, uno de los participantes recibió la Primera Comunión. Todos los jóvenes peregrinos y sus familias asistieron a esta Misa. Al final, el párroco dio una bendición especial para todos aquellos que iban al encuentro del Papa.
Jesús Eucaristía nos acompañó de manera muy especial puesto que nuestro grupo instaló su “campamento base” en Santarem, la ciudad donde tuvo lugar el Milagro Eucarístico. Para nosotros, todo ello era signos de la providencia de Dios. Y confirmación de esto fue tener además la oportunidad de adorar la Preciosísima Sangre de Cristo también en aquella pequeña ciudad, o cual no fue nada fácil, ya que tuvimos que intentarlo en tres ocasiones. Sólo a la tercera fue la vencida y por fin pudimos rezar justo delante de las reliquias. También fue una hermosa experiencia poder participar en el encuentro de jóvenes españoles que tuvo lugar en Estoril. El día que por fin fuimos a Fátima y Nazaret fue maravilloso y lleno de fuertes emociones para todos. El P. Manuel hizo todo lo posible para que ese día permaneciera mucho tiempo en la memoria y en el corazón de los jóvenes.
Habló de manera sublime de los comienzos de las apariciones en Fátima, porque si no hubiera habido niños pobres, creyentes y oprimidos, no estaríamos ahora ante una basílica tan enorme y llena de significado e historia. El colofón de la jornada fue una misa concelebrada en Nazaret y donde nuestro P. David rezó por mí porque ese día, hace 25 años, hice mis votos perpetuos en la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret. Mi alegría y gratitud son difíciles de expresar con palabras.
Cada día estuvo repleto de acontecimientos y nuevas experiencias y emociones fuertes. Para todos, tanto jóvenes como mayores, la víspera del encuentro con el Papa fue inolvidable. Esa adoración y silencio, un silencio tan profundo en un lugar donde hay miles de personas arrodilladas habla y transforma más los corazones que cualquier discurso o conferencia. La Eucaristía dominical con el Santo Padre fue también una forma de recargar las pilas para no quedarnos sin fuerzas ningún día del resto de nuestras vidas.
¡Te alabo Señor! – estas palabras resuenan en mi corazón, porque nunca podré ni expresar ni agradecerle las muchas gracias que me ha concedido.
Hermana María
…Y OTRA HISTORIA CON LOS DE LA CASA DE MISERICORDIA:
Este verano tuve la gracia y la felicidad de participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal. Mi grupo, formado por jóvenes del colegio Mater Dei, de la Casa de Misericordia y el sacerdote Juan Carlos Vizoso, partió con mucha ilusión tras la misa el 30 de julio hacia Coimbra. La primera etapa de nuestro viaje fue una peregrinación a pie desde Coimbra hasta Fátima, un recorrido de unos 100 km que completamos en 4 días. Contando todos los ayudantes y el equipo de cocina, éramos un total de 65 personas.
Cada día, mientras caminábamos ibamos descubriendo la maravillosa historia y el mensajes que encerrában las apariciones de Fátima y reflexionamos sobre las virtudes de Nuestra Señora con la oración del Magnificat y de los Evangelios. Cada mañana, para tomar energias y lánzarnos al camino, tras las laudes, recibimos una breve jaculatoria para así aguantar el tipo todo el día.
Fue muy emotivo ver cómo los jóvenes disfrutaban el fin de ruta cada día, cansados y acalorados eso sí, con la Eucaristía. Además una vez relajados y tras haber recibido a Eucaristía, cenar, disfrutar juntos del descanso y antes de dormir la Adoración al Santísimo Sacramento y las Completas. La peregrinación a pie acabó en Fátima, donde cada uno de nosotros recibió la gracia de consagrarse al Inmaculado Corazón de María.
Ahora tocaba poner rumbo a Lisboa – ¡eso sí, este tramo en autobús!. Después de varias horas de caminata, finalmente llegamos a nuestro sector en el Campo de Gracia y aprovechamos para asistir a la Adoración del Santísimo Sacramento. Lo que más me conmovió – y luego comentándo con los jóvenes también les sorprendió y tocó mucho – fue el gran silencio que se hizo durante la oración, a pesar de que allí estábamos miles de personas. (Estar rodeada de jóvenes, además españoles, en silencio y rezando fue toda una experiencia) Todos estábamos de rodillas adorando a Jesús, confiándole nuestras vidas y nuestros corazones.
Tras pasar la noche en el Campo de Gracia, asistimos a misa y escuchamos atentamente la homilía del Santo Padre. Las palabras del Santo Padre nos fortalecieron, fueron muy sencillas y concretas pero abrumadoramente profundas y esperanzadoras.
Siempre que tengo la ocasión de pasar tiempo con los jóvenes, vienen a mi estas reflexiones al volver a casa. El tiempo que paso con ellos, en este caso en Lisboa, siempre me recuerda cuánta gracia recibo cada día. Tener la ocasión de acompañar y compartir con estos jóvenes me hizo ver lo afortunada que soy y reforzó mi vocación. Una vez más, durante este viaje, he vuelto a experimentar y gozar mi maternidad espiritual como hermana de Nazaret.
La vuelta a casa, como siempre, es el momento de comentar, recordar anécdotas y compartir vivencias. Me sorprendió que todos ellos, sin decir nada los mayores, dijeron que la peregrinación y el encuentro con el Santo Padre estuvieron llenos de gracia. Mi corazón se llenó de alegría al ver a tantos jóvenes de distintas partes del mundo unidos en oración por su fe en Dios y en el nombre de Jesús. En esta JMJ he recargado las pilas como hacía tiempo que no lo hacia, me llenó de tanta esperanza ser testigo de que la Iglesia está viva, es joven y no entiende de fronteras. ¡Hay esperanza para el futuro!
Cómo guinda del pastel, entre los peregrinos nos encontramos conn otras Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret que acompañaban a jóvenes de otros países donde tenemos conventos.
Esta experiencia ha reforzado ua vez más mi vocación, me siento necesaria (y agradecida por ellos) en estas ocasiones, para ayudar a los jóvenes a acercarse a Dios.
hermana Karolina