¿Cómo vivir después de JMJ?
El domingo 10 de septiembre, en el colegio Mater Dei, la Hermana María y yo, asistimos a una Eucaristía de acción de gracias por la JMJ en Lisboa. Dicha Eucaristía fue presidida por nuestro Sr. Obispo D. Casimiro López Llorente y quisiera aprovechar esta oportunidad para compartir una reflexión que me ha acompañado desde mi regreso de Lisboa.
Fue una gran alegría para mí participar en la JMJ, como lo fue para todos los jóvenes de mi grupo. Antes de regresar a España, los jóvenes me preguntaron:¿y ahora qué? ¿Cómo podemos continuar en nuestra vida diaria lo que hemos escuchado y vivido durante estos días? En parte, la respuesta nos la dio el Obispo durante su homilía en la Eucaristía de este domingo en el colegio Mater Dei.
En la JMJ, las palabras que el Santo Padre Francisco nos dirigió fueron muy claras y al mismo tiempo exigentes: es necesario levantarse cada vez que uno cae y ayudar al hermano a levantarse.Y, nuestro Obispo, en su homilía nos dijo que: la razón por la que hoy somos tantos aquí es Cristo, y que lo primero y más importante es encontrarle personalmente, como muchos de nosotros hicimos en la Adoración a Jesús en la Vigilia de Lisboa. Y continuó su predicación diciéndonos que: Después, poner a Jesús en el centro de nuestra vida, de nuestros asuntos, de lo que estamos viviendo, como María, que se levantó y se fue de prisa, porque tenía a Jesús en su corazón y subordinó toda su vida a él y a la voluntad de Dios.
Además, D. Casimiro nos dijo, refiriéndose a las palabras del Evangelio previstas en la liturgia, que: lo más cerca que podemos estar es presentes en la Eucaristía. Es entonces cuando nos reunimos en su nombre para recibir el don que nos ha dejado: Él mismo. La homilía escuchada en la misa me ayudó a responder a las preguntas que escribí antes: ¿cómo vivir después de JMJ? Alimentando mi relación con Jesús, profundizando en mi fe mediante el uso de los sacramentos, asistiendo a las reuniones de la comunidad y dando testimonio de mi fe cada día con mi vida.
Ver a los participantes de la Eucaristía procedentes de diferentes grupos parroquiales, asociaciones y movimientos me llenó de alegría. ¡La Iglesia está viva, joven y alegre! Ver también a sus tutores, padres, párrocos… me dio la esperanza de que tienen a alguien que les muestra el camino hacia Jesús. Escuchar los testimonios de tres chicas, que compartieron su experiencia en la JMJ, me dio esperanza de que los jóvenes están buscando a Dios en sus vidas. Quieren valorar lo que han experimentado y quieren vivirlo. Y es que, un encuentro con Jesús vivo que toca el corazón nos hace querer compartir esta experiencia con otros, como María, que fue de prisa a ver a Isabel.
Un ejemplo de ello fue la reunión de jóvenes celebrada en nuestra casa en la segunda quincena de agosto. Los jóvenes de la Casa de la Misericordia se reunieron con nosotras para hablar de su experiencia en la JMJ, de lo que era importante para ellos y de lo que se llevaban de la reunión. También fue una oportunidad para conocer nuestra comunidad, nuestra casa y nuestro carisma. Vinieron porque querían compartir lo que habían vivido, lo que habían experimentado en Portugal. Y cada uno a su manera.
La Santa Misa fue una oportunidad para dar gracias a Dios por todas las gracias de la JMJ, y, también, para darnos cuenta de que no importa de qué parroquia vengamos o de qué movimiento seamos: ¡Dios nos une!.
Al final de la Eucaristía, D. Casimiro, nos dijo las palabras con las que me gustaría terminar mi breve reflexión, ¡Ánimo y no tengáis miedo!.
hna Karolina