Beata María de Jesús, el Buen Pastor, Franciszka Siedliska (1842-1902)
La fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret es la Beata María de Jesús, El Buen Pastor, Franciszka Siedliska, beatificada por el Papa Juan Pablo II en Roma, el 23 de abril de 1989. Su fiesta litúrgica se celebra el 21 de noviembre.
Nació el 12 de noviembre de 1842 en Polonia, en el seno de una familia noble y adinerada. Su abuelo materno fue un importante director financiero del Ministerio de Economía en Varsovia, circunstancia que tuvo su influencia en la posición social de la familia. Fue bautizada con los nombres Franciszka, Józefa, Anna. La familia era muy respetada y valorada socialmente, pero vivía una práctica religiosa escasa y superficial. Por ello, años después, al hablarnos de esta época, Franciszka escribió con dolor: «Dios no habitaba en nuestra casa».
La familia se ocupó de que la joven gozase de una educación adecuada a su posición social y tuvo a los mejores profesores y educadores, quienes le daban clases privadas en su hogar. De este modo, Franciszka se convirtió en una joven altamente cualificada, que manejaba otros idiomas (como el francés, el inglés y el latín) y que dominaba los conocimientos musicales, hacia los que sentía una pasión especial.
A los 12 años, comenzó a prepararse para la Primera Comunión. Ya entonces sentía que en su corazón estaba naciendo un gran deseo de conocer y amar a Dios. El día de la Primera Comunión fue un gran momento en la vida espiritual de la futura Beata, porque sintió la invitación de unirse a Jesús y entregarse por completo a Él: se puede decir que el camino de su vocación religiosa comenzó ese día.
A pesar de los esfuerzos de la familia por introducirla en la vida social del momento, y encontrar un pretendiente adecuado para que fuera su futuro marido, Franciszka se mantuvo firme en el deseo de dedicarse por completo a la vida religiosa. Tuvo que enfrentarse a muchas adversidades: no sólo el rechazo de su familia, la prohibición de rezar y acudir a la iglesia, sino también duras críticas y burlas. ¡Qué doloroso debió ser para ella escuchar en boca de su propio padre, a quien tanto amaba, a quien tanto quería: «Prefiero verte muerta que convertida en monja»!
Su mala salud también supuso otro obstáculo. Desde pequeña sufrió enfermedades serias y se sometió a varios tratamientos tanto en Polonia, como en famosos centros médicos de Suiza y Francia. Este período fue muy importante en su itinerario espiritual, ya que hizo cambiar de parecer a su padre, el cual comprendió que no iba a hacerla cambiar de opinión, y terminó por aceptar que se hiciera religiosa, a condición de que no lo cumpliera hasta que él hubiera muerto.
Mientras se preparaba para entrar a la vida religiosa, tras años de expectación y discernimiento, y gracias a la influencia de su director espiritual, Franciszka comprendió finalmente que su misión era establecer una nueva Congregación religiosa. En 1873 hizo votos religiosos privados, no adscritos a ninguna Congregación. Ese mismo año fue a Roma con el fin de obtener la aprobación del Papa Pío IX para iniciar el camino de la actual Congregación.
Ella quería una señal visible de la voluntad del Señor Jesús respecto de la nueva fundación, y por eso hizo esta visita: había decidido que, si recibía el beneplácito del Papa, esta sería la señal divina. En caso negativo entendería que no era voluntad del Señor, y ella lo aceptaría. Durante la audiencia, el Papa dio su bendición a Franciszka y éste fue el comienzo espiritual de la obra que Dios deseaba para la Iglesia.
Ya como religiosa, Franciszka tomó el nombre de María de Jesús, el Buen Pastor. Fundó su primera comunidad en Roma, en 1875. Esto no fue una casualidad, sino que, al elegir Roma como cuna de la Congregación, estaba subrayando su amor a la Iglesia y expresando su deseo de partir del corazón de la Cristiandad a todos los lugares del mundo, para llevar el amor de Cristo allá donde fueran.
Desde el principio, la vida oculta de la Sagrada Familia de Nazaret fue clave para entender y dar forma al carisma de la nueva familia religiosa. Ella escribió: «Así me fue presentada la vida de Nazaret: una vida de amor, trabajo, obligaciones, dedicación a todo lo que el Señor Jesús requiera. Y todo esto hecho con alegría, con amor, por elección propia, con el objetivo de atraer a todos los que nos rodean hacia Jesús. Es precisamente ahí, en la vida interior de cada uno, donde se crea la unión más cercana del alma con Dios, el amor más puro, el sacrificio más desinteresado».
La Fundadora transmitió y legó este modo de vida a las que se convirtieron en las primeras hermanas de Nazaret. Fueron llegando cada vez más vocaciones y esto hizo que abriera una casa en Cracovia en 1881. Por otro lado, en 1885, envió a once hermanas (la mitad de la Congregación en aquella época) a Estados Unidos, donde una gran cantidad de emigrantes polacos había solicitado la presencia y la ayuda de las hermanas. Asimismo, abrió casas en París y Londres, y posteriormente, hubo más fundaciones en Polonia.
Gradualmente, sus problemas de salud, así como los obstáculos que fue encontrando, consumieron su frágil condición física. A pesar de ello, siguió viajando y llevando su amor y sus consejos maternales a todas las casas de Nazaret que había por el mundo. Finalmente, falleció en Roma, el día de la Presentación de la Santísima Virgen, el 21 de noviembre de 1902.
La Beata María de Jesús, el Buen Pastor, fue testigo de tiempos difíciles para la Iglesia y constató numerosas amenazas para la fe y la vida familiar. Ella quería que su Congregación, al participar en varios tipos de apostolado, cuidara el renacimiento religioso y la moral de la familia, y que su labor fuera un regalo especial para la Iglesia. La Beata María de Jesús, el Buen Pastor es la protectora de las familias e intercede por ellas.
«Beata María de Jesús el Buen Pastor, tú que modelaste tu vida según el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, concédeme la gracia de imitarte y haz que las familias cristianas vivan siempre conforme a su vocación para mayor gloria de Dios y para el crecimiento de su reino de amor en la tierra. Amén.»