¿Qué es lo que más me gusta de nuestra Beata Fundadora?
El 21 de noviembre, día de la fiesta de la Presentación de María en el Templo celebramos también el aniversario de la muerte de la fundadora de nuestra Congregación, la Beata María de Jesús el Buen Pastor, Francisca Siedliska.
¿QUÉ ES LO QUE MÁS ME GUSTA DE ELLA?
Podría decir muchos aspectos y no pararía…pero hoy me viene a la mente sobre todo la Francisca en la que Dios hizo su obra. Una mujer que desde el principio sólo le buscó a Él y su Voluntad, y fue dócil. Sin embargo, su vida no fue un camino de rosas. Lo bonito es que su carácter fuerte, su corazón tierno y la llamada de Dios que siguió dieron como resultado la fundación de nuestra congregación.
No me atraen mucho sus escritos, escribe en un lenguaje para mi demasiado exaltado. También en sus relatos de conversaciones con Jesús hay demasiado miedo y, para mí, demasiado autodesprecio. Sin embargo, cuando leo su biografía, veo claramente la obra de Dios en su vida. A pesar de la resistencia y humillación por parte de su familia ; a pesar de la perpetuación de su timidez, su sentimiento de indignidad y pecaminosidad que le inculcó su director espiritual, a pesar de todo ello, gracias a su fuerza de voluntad, a la fuerza de su amor a Jesús, pero sobre todo por la fuerza de la gracia que la rescataba, siguió adelante con perseverancia.
Desde el principio, Dios la fue preparando para las tareas que quería confiarle. Y vio que esta mujer no se desanimaría ni se doblegaría ante ningún obstáculo. También es fundamental la importancia que tuvo el cambio de director espiritual para obrar en ella un profundo renacimiento espiritual. Dios le concedió un director espiritual que supo guiarla, que sacó todo su potencial humano y espiritual a la gracia de Dios. Y Francisca floreció. Fue una mujer extremadamente valiente. En vida abrió casas de la Congregación en Italia, en Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en Cracovia y en Lvov. Cuando fue necesario, no dudó en escribir cartas a la Santa Sede, defendiendo la verdad ante las injurias que recibían. Por otra parte, su tierno corazón no la dejó indiferente ante las injusticias: adoptó a una niña, no dudó en admitir a candidatas afroamericanas en la Congregación (lo que en aquella época requería mucho valor y amor).
Nos dejó un carisma y una misión hermosos. Aunque fundó una congregación apostólica, también quiso que fuera contemplativa en su amor a la oración. Sabía que un verdadero apostolado nace de la escucha fiel de la voz de Dios y de la presencia firme ante Él en adoración. Quería que las comunidades de Nazaret fueran el hogar de la Sagrada Familia, que fueran hogar para todo quien quisiera acercarse.
Estoy orgullosa de mi Beata Madre, y feliz de ser su hija espiritual. Me gustaría ser como ella: sabia, valiente, enamorada de Dios y de los demás y entregada por completo a Su servicio. Le confío muchas cosas, pero sobre todo me confío a Ella: quiero ser una Hermana de Nazaret según sus deseos y su espíritu.