Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret

Nuestro carisma - un don del Espíritu Santo para las hermanas de Nazaret.

FOROFOS DE UN MISMO ESPÍRITU, VIGILIA CON LOS JÓVENES DE HAKUNA

La vida consagrada tiene su origen en: sentir sed de Dios, vivir el amor de Dios, y con ello nace el deseo de conocer y vivir cada día más profundamente este amor, y a su vez el de responder a él con un amor exclusivo.

Como probablemente todos saben, no existe un único carisma para vivir la vocación religiosa. El carisma es vivido de manera diferente por dominicos, jesuitas, carmelitas u oblatas. El Espíritu Santo es enormemente generoso a la hora de suscitar nuevos carismas y comunidades religiosas. Por eso, no sólo es importante preguntarse si Dios me llama a la vida religiosa, sino también a qué carisma.

Nuestro carisma está así escrito en nuestras Constituciones:

Como Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, estamos llamadas a difundir el Reino del amor de Dios entre nosotras y los demás, imitando a Jesús, María y José, cuyas vidas se centraron en el amor a Dios y el amor mutuo. Damos testimonio de este amor a través de una dedicación total al servicio de la Iglesia, especialmente a la misión hacia la familia.

Como podeis ver las Hermanas de Nazaret tienen un hermoso carisma: dar a conocer al mundo el amor de Dios. Pero, ¿cómo? ¿Enseñando y dando charlas? Pues bien, nuestro carisma nos llama a amarnos las unas a las otras. … Sabemos que a veces es más fácil amar a los niños de África que a la propia familia o comunidad… Pero nosotras no podemos huir de esta primera tarea: el amor mutuo. Esto sólo es posible gracias al amor que Jesús nos tiene a cada uno de nosotros.  Podríais preguntaros: ¿Cómo vivimos a diario este amor de Jesús? Pues a través de la oración diaria, fiel y profunda. Quien no reza, o reza sólo esporádicamente, pierde su relación con Jesús, y puede perder el sentido de la vida y de la fe. En la oración, como en el amor, se crece cada día, hay que cultivarla con esmero.

Sólo con esta experiencia podemos salir hacia los demás: amar a otras personas con el amor de Cristo. ¿Y cómo? Imitando la vida de Jesús, María y José en Nazaret. Ese período de vida duró 30 años. Los Evangelios no nos cuentan nada sobre las posibles enseñanzas de Jesús, sus milagros…. Llevaron una vida como la nuestra, a menudo monótona, pero sin embargo -como dicen nuestras Constituciones- centrada en el amor a Dios y en el amor a los demás.

El carisma siempre nos llama a algún tipo de misión. La nuestra es dedicar la vida al servicio de la Iglesia y, especialmente, al servicio de la familia. De ahí que nuestros apostolados se centren principalmente en la familia.

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