La Jornada Mundial del Enfermo
«Cuida de él» (Lc 10,35) es la recomendación del samaritano al posadero. Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: «Anda y haz tú lo mismo».
Recuerdo un día una persona que nos visitó en Benicassim y viendo las bellas y grandes casas de la zona del paseo marítimo, nos peguntó: “¿Hay pobreza en Benicassim?” Si, la pobreza más grande es la soledad de las personas mayores y enfermas, que en el silencio de sus bellas casas (o pisos) esperan una visita de sus hijos o de sus nietos. Les rodean fotos de familiares, pero en la mayoría de los casos, quienes les cuidan en el día a día son sus cuidadoras, personas que no pertenecen a la familia. Es cierto que son muy buenas mujeres, trabajadoras y cariñosas, pero…
Con el permiso y bendición de nuestro párroco, nos hemos unido a un apostolado para los enfermos y ancianos de nuestra parroquia. Todos los viernes vamos a las casas de estos enfermos para llevarles a Jesús en la comunión. Algunos no pueden salir de su casa, otros pueden salir, pero con muchas dificultades y siempre con la ayuda de alguien. Ya no pueden participar en la santa misa en la parroquia, pero participan fielmente en las misas transmitidas por televisión o Radio María. Practican la Comunión espiritual, pero esperan con mucha ilusión el viernes, porque el Jesús Eucarístico les visita. Muchas personas se emocionan al pronunciar las palabras: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».
Actualmente visitamos a más de 20 personas. Somos un pequeño equipo: una de las hermanas, una catequista de la parroquia, y siempre que sea posible, uno de los sacerdotes. Por supuesto, el sacerdote viene siempre si alguien quiere confesarse o cuando es necesario administrar el sacramento de la unción de los enfermos. Es hermoso ver cómo los enfermos esperan esta visita del sacerdote, con qué respeto le reciben, viendo en él a su pastor, «al otro Cristo» (algo que por desgracia las generaciones posteriores han ido perdiendo en gran medida…).
Las personas que visitamos participan en el apostolado de la oración en nuestra parroquia. Cada mes reciben unas intenciones específicas por las que rezan desde sus casas. Cada uno reza a su modo, como puede, y ciertamente Dios escucha las oraciones de todos sus pequeños. Los hogares de los ancianos y los enfermos son verdaderos baluartes de oración; ¡cuántas santas misas se escuchan entre esas cuatro paredes, cuántos rosarios y otras oraciones se dicen allí todos los días! Más de uno nos ha dicho: «Radio María me acompaña y ya no estoy solo/sola. Rezo con todos los demás y por todos».
Desde hace algunos meses, el icono de la Sagrada Familia esta peregrinando pasándo por las casas de los enfermos. El icono se queda en cada casa durante dos semanas. Este es un tiempo de oración especial por las familias de nuestra parroquia. El icono va acompañado por la oración de San Juan Pablo II por las familias. ¡Cuántas gracias recibimos nosotros y nuestras familias por las oraciones de los enfermos, sólo Dios lo sabe!
Siempre si nos sobra algo de tiempo, nos gusta detenernos un poco más con cada persona para preguntarle por los hijos, los nietos, los amigos que ya se han ido a la eternidad, de cómo era antes nuestro pueblo, etc. Es importante que todos y cada uno de nosotros recordemos que una de las siete Obras de Misericordia Corporales dice: «Visitar y cuidar a los enfermos». Quizá merezca la pena echar un buen vistazo alrededor de nuestra casa para darnos cuenta de que hay muchos que esperan en soledad a que alguien les dedique un poco de su tiempo, un poco de su amor, un poco de atención.
Hay una dimensión más en este apostolado, la participación en los funerales, cuando el Señor llama a nuestros amigos a la eternidad. Durante uno de los entierros el sacerdote dijo estas palabras: «Es bueno tener amigos en el otro lado que hablen bien de nosotros a Dios». Sí, ya tenemos muchos amigos en el otro lado, y creemos que ya en el cielo. Rosa, Pepita, José, Pepito, Angelina y todos los demás, os pedimos rogad por nosotros. Os recordamos en nuestras oraciones y esperamos, que, con la gracia de Dios, un día nos encontremos de nuevo en el mundo sin dolor, sin enfermedad y sin soledad.
Mensaje del santo Padre Francisco para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero de 2023: «Cuida de él». La compasión como ejercicio sinodal de sanación