Abrazamos con nuestras oraciones al Santo Padre Francisco, a la Iglesia, especialmente a la Iglesia en Kazajistán, a todos los sacerdotes, a todo nuestro Nazaret y a todos los que están aquí con nosotras y a los que llevamos en el corazón. Sobretodo oremos por la paz, la anhelada paz en la tierra, pero también la paz de todo corazón humano.