Capilla
Ser hermana de Nazaret hoy
La vida religiosa sigue siendo una gran desconocida en el mundo actual, incluso, en muchas comunidades y grupos de personas activamente vinculadas a la Iglesia. Es evidente que, en muchas partes del mundo, la vida religiosa está marcada, hoy, por una crisis de vocaciones, aunque también, por una crisis de calidad de vida. De manera que, esta vida, parece que ya no atrae a los jóvenes, que ha perdido impulso, que pertenece al pasado.
Sin embargo, el origen y la fuente de la vida religiosa es Dios mismo, y esto nos hace confiar en que Él mismo la renueva y reaviva constantemente. Jesús no ha dejado de llamar hoy: «¡Sígueme!». No ha dejado de mirar amorosamente a los ojos de sus elegidos (Mc 10,21). Sigue teniendo grandes deseos hacia cada uno de nosotros. Muchos, todavía, lo conocen sólo de oídas (Jb 42,5) y no saben que, entregarle todo su ser y toda su vida es lo mejor que les puede pasar.
El cristiano no inventa su vocación, no busca la autorrealización, no anhela vivir la vida al máximo según sus propios parámetros. El cristiano descubre su vocación. Dios invita a cada persona a una relación exclusiva de amor con Él, pues, conoce su corazón y tiene la respuesta a sus anhelos. Él espera humildemente el consentimiento, la libre elección del hombre. ¡Y, entonces, todo en la vida cambia! Para descubrir su vocación, se necesita un esfuerzo personal, una disponibilidad y también un acompañamiento espiritual.
Si alguna de vosotras ama a Cristo y quiere amarlo cada día más; si descubre que nada en este mundo, ningún amor o amistad, llena completamente su corazón, que siempre anhela más y más – le invitamos a ponerse en contacto con nosotras. Tal vez sea a ti a quien Jesús dice hoy: :«Reconstruye mi Iglesia, ¡Te necesito! Sé el cambio que deseas. Sígueme»